Alcalá de Henares: Visitando a Cervantes

Por fin el calor comenzaba a hacerse notar en el ambiente después de una primavera de lo más alocada en lo que al tiempo se refería. Lluvias, frio, temporales y quien sabe cuantos otros fenómenos meteorológicos más que ahora ni recuerdo, habían protagonizado nuestra primavera particular. La carretera y el buen tiempo nos habían llevado en esta ocasión hasta Alcalá de Henares, ciudad que de tanto oírla nombrada en boca de otros, retumbaba en mi cabeza como un más que probable destino en el que teníamos que recaer la próxima vez que fuera necesario volver a la capital española.

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor…

– Querido Sancho, me es realmente muy familiar esta ciudad de noble arraigo, pero no alcanzo a encontrar la razón…

– «¿Tal vez algún ser querido haya residido aquí, mi señor?»

– «Tal vez, Sancho, tal vez… Me siento como si, de alguna manera, perteneciera a este lugar»

Este último dialogo si que nunca tuvo lugar en el universal libro de El Quijote pero, desde luego, de haberlo tenido, no podían estar ambos más acertados, ya que un cercano familiar suyo había nacido en esta ciudad madrileña.

Para ser más precisos, se trataba del lugar de nacimiento de su padre literario: Miguel de Cervantes y Saavedra. Este 2016 se celebra el 400 aniversario del fallecimiento del escritor más consagrado y recordado de las letras españolas y su hogar de nacimiento era el lugar perfecto para recordarlo. De hecho, toda la ciudad es un recuerdo constante a la vida y obra de Miguel de Cervantes y de sus más conocidos personajes, como, a buen seguro,  comprobaríamos a lo largo de nuestra velada.

Pero lo primero es lo primero y nosotros debíamos reunirnos una vez más con aquellos que nos iban a enseñar las entrañas de esta ciudad. Nos volvíamos a reencontrar con Cris y Jose, que ya habían sido nuestros compañeros de pateadas en aquella ya lejana en el tiempo visita a Varsovia.

Calles de Alcalá de Henares

Calles de Alcalá de Henares

Ermita del Cristo de los Doctrinos

Ermita del Cristo de los Doctrinos

Puerta de San Bernardo

Puerta de San Bernardo

Plaza de los irlandeses

Plaza de los irlandeses

Patrimonio de la humanidad

Además del aura cervantina que envuelve cada rincón, Alcalá de Henares se nos presentaba además como ciudad declarada Patrimonio de la humanidad y cercano remanso de paz en el que refugiarse cuando el asfalto, hormigón y hordas de seres humanos que dominaban el centro de Madrid se hacían extremadamente insoportables.

Visualizaba en mi cabeza una ciudad de esas, anclada en el tiempo, gracias a un casco histórico con sus construcciones perfectamente conservadas. O al menos restauradas en el peor de los casos. Y así fue como se nos presentó inicialmente cuando finalmente llegamos, pero con matices.

Lo primero fue contemplar las innumerables fachadas de ladrillo visto que conformaban las viviendas de las calles principales de la ciudad. A diferencia de ello, los bajos comerciales se presentaban modernos ya que debían cumplir su cometido de prestar servicio a los que allí habitaban. Aunque ésto que acabo de decir puede parecer obvio, cuando ya llevas visitados unos cuantos patrimonios de la humanidad o similares, el encontrarte en el bajo de un edificio algo distinto a una tienda de souvenires es incluso refrescante.

Pero una de las razones por las que la UNESCO decidió nombrar a Alcalá como una de las 9 ciudades españolas catalogadas como «únicas» fue el hecho de que la ciudad fue diseñada y construida para ser universitaria. Por y para la educación.

No solo eso, si no que esta universidad pasará también a la historia por formar y otorgar el doctorado a la primer mujer en España (María Isidra de Guzman y de la Cerda), allá por un 1785. Una serie de hechos que hacían a la ciudad digna merecedora del lema «Ciudad del saber».

Y esto fue precisamente lo que más nos fue gustando de todo el enclave. La ciudad de Alcalá había conjugado perfectamente la historia contada por las fachadas de sus edificios con la vida cotidiana de los cientos de miles de alcalainos que viven en ella.

Venga rocinante, no me des la lata!!

Venga rocinante, no me des la lata!!

Querido Sancho, ensilla a Rocinante que partimos!

Querido Sancho, ensilla a Rocinante que partimos!

Plaza de Cervantes

Plaza de Cervantes

Estatua de Cervantes

Estatua de Cervantes

Alcalá, ciudad universitaria

Alcalá es ciudad universitaria, como bien comentaba antes. El hecho de que la ciudad se hubiera planificado en origen como una red de servicios para propiciar la adquisición de conocimientos, plaga cada esquina de Alcalá de edificios clásicos destinados al estudio. Bibliotecas, facultades, rectorías… La cultura es el tema transversal de esta ciudad.

Además, la condición de universitaria añadía al cóctel de la experiencia dos nuevos ingredientes que iban a darle ese punto de sabor especial que solo los ingredientes secretos consiguen aportar. El primero de ellos era el ambiente joven que había en las calles. Aún siendo fin de semana y por ello el numero de estudiantes inferior a cualquier otro día normal, éstos dominaban muchas de las calles y plazas por las que íbamos pasando.

Tanto dominaban el terreno que resultaba casi imposible conseguir un sitio en alguna de las terrazas de la Calle Mayor. Para ser exactos, resultaba imposible conseguir una mesa en una terraza muy concreta: la de aquel local que ofrecía tubos enormes de cerveza con un grifo para servirse uno mismo. El sumum del amor al lúpulo al alcance de nuestra mano y para ello era necesario realizar una cola detrás de decenas de adolescentes con la misma idea.

Aunque nuestro juvenil espíritu universitario había vuelto a florecer, la espera era un proceso tedioso que íbamos a declinar. No, gracias… No es un problema que no pudieramos solventar airosamente en algún otro local con grifo cervecero estándar en la barra.

Rectorado de la Universidad (Colegio Mayor de San Ildefonso)

Rectorado de la Universidad (Colegio Mayor de San Ildefonso)

Plaza de San Diego

Plaza de San Diego

Actividades y juegos en la Plaza de San Diego

Actividades y juegos en la Plaza de San Diego

Capilla universitaria de San Idelfonso

Capilla universitaria de San Idelfonso

Facultad de filosofía y letras

Facultad de filosofía y letras

Tarde de bodas y celebraciones

–Bien te puedes llamar dichosa sobre cuantas hoy viven en la tierra, ¡oh sobre las bellas bella Dulcinea del Toboso!, pues te cupo en suerte tener sujeto y rendido a toda tu voluntad e talante a un tan valiente y tan nombrado caballero como lo es y será don Quijote de la Mancha

Don Quijote amaba en su loco imaginario a Dulcinea del Toboso de manera enfervorizada, al igual que debían de amarse cada una de las parejas que nos encontrábamos en la puerta de cada iglesia y edificio público que nos encontrábamos a nuestro paso. A lo tonto y en una sola hora nos habíamos encontrado con hasta 4 celebraciones distintas.

También las terrazas de bares se encontraban invadidas por grupos formados por algunos de los invitados a las bodas que preferían tomarse una buena cerveza a la sombra antes que achicharrarse bajo el sol mientras catapultaban arroz a puñados sobra las cabezas de los trajeados figurines que acababan de contraer nupcias.

Pero no eran los únicos con derecho a disfrutar de la ciudad como escenario de sus hazañas. Grupos de niños (y no tan niños) jugaban en los jardines de las inmediaciones del rectorado de la universidad. Unos padres paseaban a sus recién llegados al mundo mientras otros dejaban a sus más crecidos descendientes correteando por parques, bancos, papeleras y cualquier otro elemento del mobiliario urbano que se prestara al juego.

Bodorrio en la Capilla universitaria

Bodorrio en la Capilla universitaria

Calle Mayor

Calle Mayor

Agradables y locas sorpresas por las calles de Alcalá

 –¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza. –Aquellos que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. –Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

No fueron gigantes los que se cruzaron en nuestro camino. Ni siquiera vimos molinos, ya que esta ciudad ya hace mucho que dejó de tenerlos y tampoco nosotros llevábamos la lanza encima para embestir ni a unos ni a otros… Lo que de repente invadió la Calle Mayor en la que nos encontrábamos fue un no parar de sonidos de gaitas, tambores y panderetas que lo envolvían todo mientras decenas de personas desfilaban en perfecta formación por delante de comercios y terrazas ataviados con trajes tradicionales gallegos.

La Asociación galega Corredor do Henares amenizaba la tarde con su mejor despliegue de canciones tradicionales que nos hicieron sentir como en casa. Como en casa y en pleno Entroido porque, ¡el repertorio no podía ser más carnavalesco!

Por si no nos habíamos quedado satisfechos aún, al poco rato fueron unos chicos con ganas de marcha los que se adueñaron esta vez de la calle para ponernos a todos en pie, cañas en mano y movernos al ritmo de su percusión con las manos en alto. Si esto seguía así, la tarde solo podía ir a mejor, ¡desde luego!

Además, estábamos en plena Calle Mayor de Alcalá de Henares, una artería histórica que bombeó todo tipo de sangre a la ciudad durante siglos. Nació como calzada romana y evolucionó a lo que es hoy, siendo siempre lugar de comercio y encuentro. Por esta calle pasaron judíos, musulmanes y cristianos, conviviendo en diversos momentos de la historia con mayor o menor fortuna. De hecho, una de las más conocidas y poderosas juderías estaba justo aquí. Esta Calle es además la más larga de toda Europa con soportales (los cuales son muy de agradecer tanto con lluvia como con un sol de justicia).

En ella además se encuentra la casa o , al menos, la reconstrucción de la misma, en la que nació Cervantes (como así parece demostrar su partida de nacimiento) y que ahora alberga un museo dedicado a él.

Calle Mayor

Calle Mayor

Paso de la Asociación galega Corredor do Henares

Paso de la Asociación galega Corredor do Henares

Animando la velada por la Calle Mayor

Animando la velada por la Calle Mayor

Calle Mayor

Calle Mayor

Y ahora es hora de… ¡Leyendas!

¡Por supuesto! Para el que la estuviera esperando, aquí está, la leyenda de la semana 😉 Son varias las historias relacionadas con Alcalá, sus tradiciones y chismorreos populares pero he decidido quedarme con solo una, la que más me ha gustado, tal vez por tratarse de esas con cierta justicia poética que pone un poco a cada uno en su sitio.

Pues resulta que había un tío llamado Don Tello de Alvardo viviendo en un palacio en la ciudad de Alcalá muchos siglos atrás. Un tio de esos que tiene tierras riquezas y poder y que le gusta que todo el mundo lo sepa. Mira tu si tanto le gustaba chafardear que no desperdiciaba ocasión de humillar a sus sirvientes en cuanto tenía oportunidad.

Y como siempre pasa en toda buena historia con personaje desagradable metido en medio, una noche de esas fea, fea, de las de frio, lluvia y seguro que algún que otro trueno y relámpago, apareció un hombre ante la puerta de su palacio. No le negó su hospitalidad, como mandan los cánones, pero fue lo único que le brindó. La amabilidad, como siempre, se la dejó guardadita a buen recaudo.

Con el simple ofrecimiento de una banqueta y un cacho de carne seca se dio por cumplido, dejando a su inesperado invitado todavía empapado y malamente acomodado mientras él se retiraba a dormir a sus confortables aposentos. Al día siguiente, el misterioso visitante se marchó por donde vino sin mediar palabra y ya no se supo más de él.

Al menos no se supo hasta que días más tarde el que se presentó en la puerta de palacio fue un mensajero con una citación a cortes a la que no le quedó más remedio que acudir. Allí, bajo techo real, fue recibido y acomodado en una bancada de madera, se le sirvió comida del día anterior y después de todo ello, se desveló ante sus ojos el que había sido su huésped días atrás con corona dorada en la cabeza.

Su Majestad le recriminó todos y cada uno de los abusos a sus empleados que el presenció así como el desprecio sufrido por él mismo. Don Tello no abandonó las cortes sin recibir su merecido castigo, el cual varía dependiendo de quien cuente la historia. Pero como ahora soy yo quien la cuenta, me voy a quedar con la más radical, la que dice que fue ejecutado por ahorcamiento pendiendo de una soga por una de las almenas del castillo. Una muerta muy cinematográfica…

¿Unas tapas magistrales?

¿Unas tapas magistrales?

Terrazas en la Calle Mayor

Terrazas en la Calle Mayor

Palacio Arzobispal

Palacio Arzobispal

Y ya de noche, una vez más nuestro camino vuelve a fundirse a negro sin un nuevo destino a la vista por el momento. Pero que vuesa merced no se preocupe, la próxima semana este blog sabrá hallar una nueva historia que contar 😉

–¡Ay! –respondió Sancho, llorando–: no se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía.

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