
Lisboa: Una mañana por el Bairro alto y Chiado
Amanecía después de nuestra primera noche en Lisboa. El hostel en el que nos hospedábamos había cumplido con nuestras expectativas, sobre todo en relación al precio que habíamos pagado por él. La habitación doble nos salía en 26€ cada noche y disponíamos de un pequeño aseo privado y televisión, más de lo que solemos disfrutar habitualmente. Por si fuera poco, la atención fue muy buena y las condiciones de limpieza óptimas, que es lo único en lo que si solemos ser exigentes en este tipo de alojamiento.
Además, estábamos a escasos 200 metros de algunos de los más importantes hoteles de la ciudad, lo que garantizaba que la zona fuera bastante segura y muy muy céntrica. Ya que habíamos llevado el coche y el pobre tenía que pasar las noches a la intemperie, al menos podíamos dejarlo estacionado muy cerca y razonablemente bien custodiado.
La única pega que pude ponerle al alojamiento fue el dueto a capela que se encargó de despertarme de madrugada. Al parecer algunos de nuestros vecinos debían estar poniendo a prueba la resistencia del somier acompañándola de una combinación de sonidos de lo más sugerentes. No me quedó otra que improvisar unos tapones para los oídos y confiar en que el aguante de la voz masculina del dúo no fuera una excepción en la media de aguante coital. A todo esto, Made ni se enteró…
Bairro Alto
Así comenzábamos la mañana, yo con alguna que otra ojera más pronunciada de lo deseable y un pequeño paseo hacia el mirador del conocido como Barrio Alto (Bairro Alto en portugués) de Lisboa. Se encontraba justo un par de calles por encima de la nuestra por lo que el breve camino hacía allí sirvió para despejarnos. Arrancábamos así la ruta con una increíble perspectiva de Lisboa, iluminada por las primeras luces del Sol recién asomado por el horizonte.
A pocos metros de allí, el tranvía que realizaba las labores de funicular, ascendía desde la Avenida da Liberdade hasta el Barrio Alto, dejando a los primeros grupos de turistas que, como nosotros, comenzaban a explorar la zona. El paso lento que el tranvía llevaba durante su ascenso era acompañado por el chirrido de sus ruedas sobre los raíles, acercándose lentamente hacía nosotros.
El barrio alto en el que nos encontrábamos es conocido por ser la representación lisboeta de algunos de sus tópicos. Es uno de los lugares donde los turistas acuden a escuchar fados en alguno de sus muchos locales y la zona donde tomarse unas copa. También sus edificios antiguos y su aire bohemio, así como la ropa tendida en el exterior de las fachadas, sobre la calle, o sus callejuelas adoquinadas completaban la estampa.
Un poco más arriba, llegando al jardín del Príncipe Real, nos encontramos con un pequeño mercadillo de segunda mano. Lamparas, jarrones o mesas eran solo algunos de los muchos reclamos que había allí para los nostálgicos, coleccionistas o simplemente cazadores de gangas. Era una mañana cualquiera de un día de semana normal y por primera vez lo notábamos en el tráfico de las calles de la zona donde los camiones de reparto y furgonetas se disputaban los pocos estacionamientos de la zona.
Después de pasear erráticamente por el parque y los alrededores, deshicimos el camino hasta llegar de nuevo al tranvía-funicular y desde allí seguimos descendiendo hasta alcanzar el barrio anexo: Chiado.
Chiado
Realmente no es que notes cuando estás dejando atrás el Barrio Alto y entrando en Chiado, pero cuando empiezas a ver que aumenta el número de comercios en los bajos de los edificios y comienzas a dejarte fascinar por las galerías de cristal de las plantas superiores y algunas de sus coloridas fachadas, como el fucsia del Teatro da Trindade, sabes que has llegado. Parece mentira, viendo lo antiguo que parecen ser muchos de sus edificios, que tan solo hace un par de décadas, en 1998, muchos edificios del barrio fueran consumidos por las llamas y necesitara cerca de diez años para ser completamente reconstruido.
Llegamos así al Largo do Chiado, una plaza donde el mítico tranvía 28 pasaba cada poco tiempo mezclándose entre el trafico, siempre repleto de gente que se lanzaba a conocer los más interesantes lugares de la ciudad desde su particular punto de vista.
Las cafeterías son otro de los puntos fuertes de Lisboa y sobre todo de Chiado. Nos metimos en la primera de ellas que nos llamó la atención, para tomar un café caliente y combatir el frío matutino entrando en calor entre sus clásicas paredes revestidas de madera con todo tipo de formas y figuras talladas en ella. Habíamos entrado en el café A Brasileira y nos habíamos sentado en una de las mesas del fondo, bajo un reloj antiguo, con una tenue luz de ambiente y rodeados de desconocidos que mantenían todo tipo de conversaciones en un espacio reducido donde compartir la mesa era lo habitual.
Estábamos en uno de los cafés más populares de la ciudad y con más de un siglo a sus espaldas desde que a principios del siglo XX comenzara con el negocio del café desde Brasil. Fuera, en la terraza, el reclamo principal era la mesa reservada ya para siempre para Fernando Pessoa. Este famoso escritor portugués era asiduo del local décadas atrás y por ello una estatua dedicada a él preside ahora la terraza en la que disfrutará de su café para toda la eternidad. Esta y otras cafeterías de la zona, así como en general el barrio, eran lugar frecuente de intelectuales y artistas y por tanto un lugar representativo de la cultura portuguesa, en parte debido a la cercanía de la universidad.
Con un inicio del día potente como el que acabábamos de tener, el día tenía pinta de que iba a ser prometedor, con todo lo que nos quedaba aún por conocer de la capital portuguesa. Nos esperaba ahora la zona del puerto y la conocida como A Baixa, el centro de Lisboa, pero esa historia lo dejaremos para otro día…
Fotos: Flickr
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He tenido la gran suerte de visitar Lisboa tiene un encanto y mucha luz
Es una cudad increible, la verdad! Se ve que somos muchos los que guardamos buenos recuerdos de ella 😀
Me encanta esta ciudad! Tus fotos me dan ganas de volver ya!!
Gracias! Aun así creo que mis fotos no le hacen toda la justicia que esta ciudad se merece 🙂