
Berlín: Checkpoint Charlie o como repartirse un país
Con las fuerzas aliadas asediando Alemania por diversos frentes, las fuerzas nazis comenzaban a darse cuenta de que podían perder la guerra que habían empezado en los delirios de grandeza y de conquista de Europa de un crecido Adolf Hitler. Una vez finalizado el enfrentamiento, todo parecía haber acabado y llegaba el momento de reconstruir todo un país. Nada más complicado para un pueblo diezmado por la tragedia del conflicto. Es sabido que los vencedores son los que escriben la historia y en esta situación no iba a ser distinto. Franceses, ingleses, americanos y soviéticos tenían la pluma preparada en la mano e iban a comenzar a redactar lo que sería una interpretación personal de como debería ser la «nueva Alemania» según cada uno de ellos. ¡Comenzamos con un nuevo repaso a la historia!
Nos faltaba por conocer de la ciudad de Berlín una de las zonas más representativas de la historia reciente del país. En el centro de la ciudad, a menos de 500 metros de distancia uno del otro, se podían encontrar el Museo de la topografía del terror y el Checkpoint Charlie, dos de los símbolos del mayor hito histórico del siglo XX, propiciando una pequeña ruta por las memorias de lo que esto supuso para los ciudadanos alemanes.
Unos convulsos últimos años de guerra
En el museo del terror, la entrada brindaba literalmente un paseo por los eventos que llevaron a Alemania hasta el movimiento nazi y la posterior II Guerra Mundial. Se trataba de un pequeño aperitivo a modo de resumen de lo que luego podríamos encontrarnos dentro de un austero y aséptico edificio, preparado para no restarle ni un ápice de protagonismo a lo que realmente se lo merecía: el desglose detallado de los años que este país no quiere olvidar para evitar tropezar una segunda vez con la misma piedra.
Un 6 de Junio de 1944 las fuerzas aliadas, repletas sobre todo de británicos, canadienses, estadounidenses y aquellos franceses de la parte del país no invadida por Alemania, alcanzaban las costas de Normandía. El denominado día D, justo cuando el reloj marcó la hora H, cientos de barcos alcanzaron las playas de Omaha, Utah, Gold, Juno y Sword para desembarcar tropas y vehículos en la que fue la mayor invasión por mar de la historia bélica. Mientras tanto, al otro lado del continente europeo, las fuerzas soviéticas, que acababan de unirse a los aliados para combatir a Alemania antes de que ésta los invadiese a ellos, comenzaban su propio asalto.
Todo había empezado 4 años antes. Alemania invadía Polonia en su primer paso hacía la conquista de Europa y eso cabreó mucho a Francia y Gran Bretaña. Ambos países le declararon la Guerra al 3º Reich y dio comienzo así la guerra más sangrienta que se recuerda en los libros de texto.
En solo dos años de conflicto Alemania ya había invadido o sometido a la gran mayoría de los países del continente europeo. EEUU no se mojaba y, aunque no le caían bien los alemanes afines a Hitler, simplemente se mantenía a la expectativa sin tomar parte en el conflicto. Mientras tanto, los soviéticos eran todavía aliados de los alemanes en un intento de mantener un equilibrio de fuerzas que a la postre se volvería imposible.
Pero la Alemania Nazi no se quería conformar con Europa y en su enorme ambición decide romper todo tratado con los Soviets y se lanza a invadirlos un caluroso verano de 1941. Los soviéticos tampoco eran unos santos y no estaban por la labor de detenerse en sus pretensiones invasivas en Europa del Este, por lo que era solo cuestión de tiempo que uno de los dos, Hitler o Stalin, diera el primer paso. Fue así como Alemania se empeñó en invadir el territorio soviético y éstos decidieron pasarse al bando contrario sumándose a los aliados para intentar darles p’al pelo.
1942 fue el punto de inflexión del conflicto. Japón acababa de atacar Pearl Harbor y EEUU se metía de cabeza en la batalla del lado de los aliados. A la vez comenzaba también la batalla por el control de Stalingrado entre alemanes y soviéticos. Una batalla que acabarían llevándose estos últimos, manteniendo la posesión de una de sus ciudades clave. Ésta fue la derrota más clamorosa para Alemania y el comienzo del retroceso alemán en Europa.
Y así llegamos de nuevo al día D. Las tropas alemanas que controlaban todos los territorios ocupados por la Alemania Nazi, prácticamente media Europa, comenzaban a a ceder sus posiciones poco a poco y en los distintos frentes abiertos. Fueron necesarios dos años y medio desde el desembarco para que las fuerzas aliadas consiguieran liberar países como Francia, Bélgica, Holanda o Polonia y comenzar el asedio al feudo alemán. Batallas míticas como la Operación Market Garden o la Batalla de las Ardenas se hicieran un hueco en la historia bélica, pero todo tenía un único objetivo final: la toma de la ciudad de Berlín.
El ejercito rojo entraba en Alemania por el lado oriental mientras el resto de las tropas aliadas hacían lo suyo por el occidental. Los soviéticos obtenían el honor de tomar Berlín y no fallaron en su cometido. Consiguieron que Hitler acabara refugiándose en un búnker en el que acabaría quitándose la vida ante el temor de ser capturado. Mientras tanto, los aliados empezaban a descubrir la existencia de unos campamentos dispersos por todo el territorio de control alemán en los que aparentemente se mantenían cautivos a los prisioneros de guerra. Acababan de encontrar los campos de concentración y exterminio… Llegaba así el 30 de Abril del 45.
Y así se repartieron el pastel…
A unos escasos 300 metros del museo del terror llegábamos al conocido como Checkpoint Charlie. Hoy es un pequeño teatrillo en el que unos actores disfrazados como soldados estadounidenses cobran por hacerse unas fotos con ellos con el punto de control como fondo. El MacDonalds que también aparece en todas las fotos detrás de la ondeante bandera repleta de barras y estrellas no parece ser casualidad, combinándose para conformar una significativa estampa de la victoria del capitalismo en un lugar en el que se produjeron algunas de las más violentas tensiones entre éste sistema y el comunista, y donde la llamada Guerra Fría estuvo a punto de subir su temperatura más de lo deseado.
Roossevelt, Churchill y Stalin, dirigentes de EEUU, Gran Bretaña y la Unión soviética respectivamente, se reunieron poco antes del fin de la guerra para establecer las lineas futuras a seguir y que se haría con el destino de Alemania y la Europa liberada. Habían llegado, entre otros, a acuerdos tan importantes como la creación de las Naciones Unidas, un organismo que sirviera para garantizar la paz y seguridad de sus países miembros e intentar evitar conflictos como el que acababa de finalizar.
La II Guerra Mundial acababa de cambiar la estructura mundial por completo y estas 3 personas iban a ser en parte responsables de como se dibujarían los mapas de aquí en adelante y como se repartirían las naciones ganadoras el pastel que acababan de ganarse. Rusia se quedaba con Estonia, Letonia, Lituania y media Polonia. Austria volvía a existir como país y la mitad restante de Polonia recuperaba algún que otro territorio que había perdido. Por otro lado, Francia, Holanda y Bélgica recuperaban sus territorios previos a la Guerra.
Pero la reestructuración más traumática la sufrió el propio territorio alemán. De buenas a primeras los aliados y los soviéticos se dividieron el país a la mitad, y Berlín se dividió de igual manera. La parte aliada se dividió a su vez en tres partes, cada una de ellas controlada por franceses, americanos y británicos. El país quedaba dividido en 4 partes y esto suponía el establecimiento de controles fronterizos a lo largo y ancho del país, así como de la capital.
Además, Alemania tenía ahora que sobreponerse a las heridas de la Guerra y recuperarse económica y socialmente. Para ello, los aliados se encargarían de colaborar con la reconstrucción, pero tenían que ser los alemanes los que tomaran las decisiones de como querían subsistir. La recuperación del país fue brutal. En tan solo 2 años, no solo consiguió recuperarse económicamente si no que incluso logró ponerse por delante de algunos de sus países vecinos. Este milagro alemán, como se le denominó, se debió a una serie de decisiones que tomaron los mandatarios designados. La creación de una nueva nueva moneda, el Marco alemán, permitió esquivar la inflación que la moneda anterior sufría por el rechazo de ésta en los mercados.
La otra decisión, muy en consonancia con la filosofía norteamericana, fue la de abrirse a la economía de libre mercado que permitió un enriquecimiento muy rápido, aprovechando incluso todos los avances en investigación que la Alemania Nazi había hecho durante el transcurso de la guerra. Por desgracia muchos de los mayores avances de la historia en I+D siempre llegan de la mano de la inversión militar en conflictos bélicos, y esto era simplemente otro ejemplo más. La recuperación social tardaría en llegar, de la mano del crecimiento del país y de la inversión de los beneficios en políticas sociales, creando un nuevo estado de bienestar para los ciudadanos.
Todo esto ocurría en el lado occidental, ya que el oriental iba por derroteros muy distintos. En este lado se decidido que su recuperación debería estar de la mano de la filosofía soviética, por medio de las directrices comunistas que se establecían desde Moscú.
En 1949, cuatro años después del reparto, las fuerzas occidentales decidieron unificar sus territorios formando un territorio único que pasaría a llamarse RFA (República Federal de Alemania). Quedaba así dividida Alemania en dos países, la RFA, controlada por occidente y la RDA (República Democrática de Alemania) controlada por la URSS.
Se produjo una situación peculiar en este reparto del país, ya que Berlín, también dividida en dos, estaba en el corazón de la Alemania soviética. Al tratarse de una ciudad con un tratamiento especial, se mantuvo el reparto entre los cuatro países que ejercían su control sobre ella. Eso provocó que el lado de la ciudad controlado por EEUU, Francia y Gran Bretaña estuviera en el medio del territorio soviético, algo que no ayudaría en las relaciones entre ambos países.

Alemania después del reparto. Fuente: Wikipedia
La linea que dividía el lado occidental del soviético se controlaba mediante pasos fronterizos entre los dos países colindantes. En el caso del territorio controlado por EEUU los puestos de control se identificaban con el alfabeto fonético militar de la OTAN. Había por tanto un Checkpoint Alpha, un Checkpoint Bravo y por supuesto el más famoso, el Checkpoint Charlie. Éste último alcanzo más popularidad que el resto debido a un enfrentamiento que hubo en 1961 entre las fuerzas soviéticas y estadounidenses, fruto de la tensión creciente entre las dos potencias inmersas en plena Guerra Fría.
Así fue como en el Checkpoint Charlie los tanques de EEUU se plantaron frente a los soviéticos y se apuntaron mutuamente en uno de los momentos más críticos de estas tensiones. Con la construcción del Muro, este punto de control se volvió más decisivo, al ser uno de los pocos sitios de paso entre un lado y otro de la ciudad y por tanto muchos fueron los intentos de huida en un duro intento por escapar de la opresión soviética.
Cuando se derribó el Muro en 1989, se derribaron también los puntos de control. Ya en 1998, Frank Thiel levantó dos grandes fotos de un soldado estadounidense y otro ruso, cada uno mirando hacía el territorio rival, marcando así el punto del conflicto para la posteridad. No fue hasta el año 2000 que se reconstruyó la caseta del Checkpoint Charlie como un recuerdo de la historia de la ciudad, aunque en ocasiones acabe pareciendo un sitio más en el que fotografiarse con unos soldados americanos de pega por un módico precio… Evidentemente, el capitalismo había ganado.
En un pequeño espacio del centro de Berlín se concentra todo un siglo de historia que desde luego no deberíais dejar de conocer si os pasáis por esta increíble ciudad. Eso si, si veis a algún caballero con animo de entreteneros con sus juegos callejeros, no os dejéis distraer. No por que os vaya a timar con sus habilidades trileras, si no porque os pueda desaparecer la cartera a manos de algún cómplice en una de las zonas con mayor concentración de turistas por metro cuadrado de la ciudad. Avisados quedáis! 😉
Fotos: Flickr
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Cuando yo visité Berlin este punto fue tal vez uno de los que más me sorprendió. A mi me quedó pendiente el museo del Terror pero sin duda volveré a la ciudad para visitarlo pues por lo que cuentas se oye muy interesante. Muy buena entrada! 😀
Tal vez hoy Checkpoint Charlie sea más un teatrillo en el que hacerte la foto que otra cosa, pero pensar lo que pasó ahí hace tan poco tiempo le da otra perspectiva. Gracias y me alegro que te haya gustado el artículo 😉