
Un mar de nubes desde lo alto del pico Maluro, en Trevinca
En lo más profundo de la provincia de Ourense, tocando el limite con la de Zamora, se extiende el macizo de Trevinca, con montañas que se acercan e incluso superan los 2.000 metros. En el Concello de A Veiga la montaña es uno de los mayores valores que aporta a todos los que nos animamos a visitar la zona y, precisamente por esa razón, disfrutar de una ruta de senderismo hacía alguna de estas montañas (hay rutas de todos los niveles) es de obligado disfrute. Nosotros nos decantamos por las excepcionales vistas de pico Maluro…
Soñando con tocar el cielo en pico Maluro
Uno de los clásicos atemporales de la zona del Concello de A Veiga, en Ourense es el entorno de Pena Trevinca. El techo de Galicia o, como bien prefieren denominar algunos de los más conocedores de la montaña, la cima de Galicia (ya que nada debe fijar limites más que las posibilidades de uno mismo) está a pocos kilómetros de los pequeños núcleos urbanos de A Veiga y por lo tanto la montaña se hace un poco más accesible. Pero solo un poco.
El macizo de Trevinca está conformado por el conjunto de montañas que separa Ourense de Zamora y, por lo tanto, se reparte entre ambos territorios. Pena Trevinca es el más alto de todos ellos, con 2.127 metros de altura, cima que es la más alta de ambas provincias debido a que comparten ese titulo por ser linde fronterizo.
Dado que la mayoría de los que estábamos allí no eramos ninguno expertos montañeros, dejábamos a un lado Pena Trevinca y nos conformábamos con un ligero acercamiento a otro de los picos más altos de la zona (1.957 metros) y con fácil acceso: pico Maluro.
El espectáculo visual desde lo alto del pico es difícil de describir. Desde él se divisan la mayoría de los picos de las montañas cercanas y los valles que se van dibujando entre ellos. Se dejan ver, a lo lejos, alguno de los pequeños pueblos que se encajonan allí, entre las montañas, como espectadores atemporales de todo lo que les rodea. Y, aunque estamos en pleno interior de la montaña, a casi dos mil metros de altitud, se puede ver el mar echándose sobre nosotros. Un mar distinto, totalmente atípico para alguien de costa como yo.
Un mar de nubes compactas invadiendo los valles poco a poco pero de manera inexorable, dejando solo a las montañas sin dominar. Un mar de nubes que se va cerniendo sobre nosotros, alcanzándonos poco a poco pero sin llegar a tocarnos, ya que allí en la cima del Maluro seguíamos estando lo bastante altos.
Mientras, Cholo, uno de los mayores conocedores de estos territorios y de las historias que lo rodean, va entretejiendo una anécdota con otra, señalando y nombrando con ágil precisión cada loma, cada cima, cada pozo o lago que difícilmente conseguimos identificar a simple vista.
Las explicaciones y correcciones geográficas que aporta alguien que ha intentado estudiar y aprender algo de cada nombre que ha podido ver en mapas y cartografías y contrastar entre si, se combinan a la perfección con las indicaciones que Marcos, conocedor de la fauna y flora de la zona, va aportando cada vez que un ave surca el cielo o surge de entre la maraña de nubes algodonosas que todavía continua llegando como si de silenciosas oleadas se tratasen.
El águila real, de la que en esta zona viven entre seis y siete de las quince parejas que hay (a fecha de 2014) en Galicia, se exhibe ante nosotros, lejana, pero con una presencia imponente, dominadora del cielo y cuya presencia hace que cualquier otro sonido deje de tener importancia durante al menos unos segundos.
Historias de fugitivos entre las montañas
Pero estas escasamente pobladas montañas no solo cobijan flora y fauna. También son escenario de algunas de las historias y leyendas que todavía se debaten entre la crónica fiel de los hechos y el misticismo de la cruenta batalla contada frente a una “cunca de viño”. De entre todo lo que estas montañas han presenciado, probablemente lo que más pueda llamar la atención sean las historias relacionadas con aquellos guerrilleros de la postguerra española que se escondían en ellas y sobrevivían plantando cara al nuevo régimen que se había hecho con el mando del país.
Si prestamos atención a lo que David Simón cuenta acerca de los maquis que se refugiaron en estas montañas, fueron muchos los habitantes de A Veiga que colaboraron, voluntariamente o no, con ellos en su afán de resistencia. Algunos médicos, enfermeros y practicantes prestaban apoyo a las guerrillas allí escondidas. Los ayudaban puntualmente, en ocasiones por pura simpatía a la causa, en otras por una ética y humanidad que les obligaba a dar auxilio y en otros casos no quedaba otra opción cuando te lo pedían a punta de pistola.
Todo comienza, como no, en el 36, con la Guerra Civil estallando y dividiendo España. Con el ejercito tomando ciudades y con los republicanos intentando plantarles cara, los primeros fugitivos empiezan a esconderse en las montañas.
No es hasta el 41, con la guerra ya perdida por el bando republicano, que comienzan a conformarse los primeros grupos organizados, que empiezan a conocerse como “maquis”. El gobierno de la dictadura los tacha de bandoleros y va poco a poco acabando con ellos, enfrentando a la Guardia Civil con ellos en plena montaña e incluso realizando operaciones de infiltración para destruirlos desde dentro. También se buscaban vecinos y familiares que actuaran como delatores a cambio de buenas sumas de dinero.
Subsistían a base de robos de comida y dinero en pueblos cercanos e incluso por la caridad de algunos vecinos que por simpatía o por cercanía (ya que muchos eran vecinos de pueblos cercanos). Estos maquis surgían de la unión de combatientes republicanos, desertores y otros escapados que se iban encontrando y coordinando en estos parajes.
Entre 1947 y 1949 las partidas de guerrilla continuaron activas en territorio gallego llegando incluso a prolongarse unos 3 años más. En la zona de Trevinca todavía hoy se puede oír alguna historia relacionada con esta actividad ya que eran estos macizos un enclave perfecto para esconderse y combatir en pequeñas escaramuzas. Finalmente el 51 es el año en el que pierden la vida los últimos miembros de estos comandos y se dan por erradicados.
Como ejemplo de estas historias, la película de El Laberinto del Fauno las utiliza para construir un argumento en torno a los militares franquistas y sus enfrentamientos con el maquis. En ella se refleja tanto la vida de montaña como el apoyo velado de los habitantes a los guerrilleros cubriendo los hechos reales de un halo de fantasía. Fusionando realidad y ficción.
Alcanzar alguna de las cimas del macizo de Trevinca, sea de la altura que sea, es experimentar el contacto con la montaña. Pero lo verdaderamente satisfactorio es sentarse y ver la vida pasar desde lo alto, dejando pasar el tiempo y disfrutando del aquí y el ahora. Si le añades a esto todo lo que estas montañas han presenciado, lo que desde aquí contemplas es historia esculpida en piedra.
Y tu, ¿cuando te animas a subir?
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Estimado bloguero, le agradezco su esmerado estilo prosaico, dulcemente expresado, hacia la tierra de mis raíces, de quiénes un buen día tuvieron la generosidad de traerme a este fascinante mundo.
Corroboro enteramente tus palabras hasta donde puedo leer, Cholo y Marcos son dos personas cercanas y agradables como pocas, sobre la subida al Macizo galaico la tengo anotada en rojo en el calendario y espero poder subir pronto.
Agradecido.
Trevinca para mi es algo especial,difícil de explicar. Se podría decir que lo conozco antes de haber nacido. No es broma. No se si refiriéndoos a Cholo, lo haceis a tipo de Vigo, muy interesante, que hace a lo mejor 30 años nos guiaba por Trevinca adelante con la Federación Galega de Montaña. En una de esas salidas con los de Vigo (yo soy de Ourense) pasé el mayor frío de mi vida en el refugio de Fonte da Cova y después en las tiendas montadas en el alto de la Escrita, pero fueron momentos imborrables para mi. Pasaron más de 30 años y me sigo acordando. ¿Me estaré haciendo viejo?. No lo se, pero este año, un año más, volveré a Trevinca.
Un placer leer tu experiencia en esta zona tan bonita. Es el mismo Cholo, con total seguridad, ya que pocos tienen tanta experiencia y conocimiento de la zona como él. Un saludo!