Berlín: Y así comenzó todo en el Bundestag alemán

Cuando cruzamos los arcos de la puerta de Brandenburgo, buscábamos un edificio con cúpula que tuviera suficiente entidad para llamar la atención a simple vista. Pues no, desde la posición en la que nos encontrábamos, el Bundestag pasaba lo suficientemente desapercibido como para que no nos percatáramos de que estaba a nuestra derecha. No fue hasta que caminamos en esa dirección, que nos dimos cuenta de que aquel edificio que, de perfil, parecía tener menores dimensiones de las reales, tenía una cúpula en su parte superior que reunía precisamente las características del que era nuestro siguiente objetivo. Caminamos hacia él y la gran extensión de la explanada que comenzaba a aparecer nos indicaba ya a donde debíamos dirigirnos para poder ver, ya de manera completa, el edificio del Parlamento alemán…

Antes de partir de viaje a Berlín, habíamos dejado hecha la reserva para poder acceder al Bundestag. El parlamento del pueblo alemán daba lo oportunidad de visitarlo gratuitamente y recorrer tanto su terraza como el interior de su popular cúpula, ascendiendo por una rampa y disfrutando de una vista en 360º del corazón de su capital. Nos habíamos anticipado lo suficiente como para poder solicitar el día y hora que mejor nos convenía, ya que, aunque puede reservarse un hueco en la propia entrada, era prácticamente imposible conseguirlo en el mismo día.

Nos unimos a la cola que serpenteaba, hasta introducirse dentro de una caseta desmontable a los pies del edificio. Alli el control de seguridad que garantizaba que no accedieramos a un edifico gubernamental con un chaleco bomba bajo la chaqueta o una catapulta en el bolso, no tenía nada que envidiar al de un aeropuerto internacional. Una vez superados los controles, ya estábamos subiendo por las escaleras de entrada al Bundestag y accediendo al ascensor que nos llevaría a la base de la cúpula, en la azotea del edificio.

El recorrido por la cúpula podía hacerse con una audioguía, con una gran variedad de idiomas para escoger. De manera que el recorrido circular para alcanzar la cima de la cúpula era también un recorrido por la historia del parlamento alemán y del pueblo al que tenía la obligación de representar.

En el Bundestag

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Paseando por la Alemania Nazi a través del Bundestag

El edificio fue construido durante el Segundo Reich, cuando el Reino de Prusia estaba en pleno apogeo, para albergar el Reichstag, nombre que recibía el parlamento alemán en aquel momento. Este edificio vio pasar entre sus paredes también, la llamada República de Weimar, después de que la I Guerra Mundial se llevara también por delante el Reino de Prusia que regía hasta el momento.

Comenzaban los años 30 de un siglo XX que veía como la República se iba debilitando. Con ella el pueblo sufría las consecuencias de una Gran Depresión que, al otro lado del charco, había tenido inicio a raíz del crack de la bolsa del 29.

En el Bundestag

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Un jovencito Adolf Hitler lideraba el Partido Nazi, en medio de revueltas ciudadanas y crispación social, prometía estabilidad y paz si llegaba a alcanzar el poder. Comunistas, judíos y miembros de otras naciones estaban rompiendo la antaño gran Alemania y era el deber de todo buen alemán combatirlo por el bien del pueblo.

Todavía pervivía en la memoria de los alemanes el recuerdo de como en la I Guerra Mundial las grandes naciones, que en el pasado habían sido sus aliados, les habían dado la espalda. A esa traición la denominaban la Gran Puñalada del 18. El 18 era el año que habían perdido la I gran guerra y perdido una hegemonía sobre Europa que se habían ganado a base de hierro y sangre. Adolfito se alzaba entonces como gran restaurador del honor y gloria perdidos, aprovechando un mancillado orgullo alemán.

El fascismo era la clave que salvaría Alemania y el que no estuviera de acuerdo no merecía formar parte de ella. Con esta doctrina el Partido Nazi fue ganando adeptos y por lo tanto votantes, aunque no conseguía alcanzar el poder por las vías democráticas.

En 1932 conseguía un buen resultado electoral, pero insuficiente para mandar sin echar mano de algún otro socio. Así, Adolf conseguía llegar a ser Canciller, pero tenía que pactar con otras fuerzas para formar gobierno y no estaba dispuesto a ello.

En el Bundestag

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Y así llegó 1933 y con él, un momento que daría un vuelco a la historia de Europa y el mundo. Una fría noche de un 27 de Febrero el Reichstag se vio envuelto en llamas en un incendio del que aún a día de hoy no se saben a ciencia cierta sus causas. El Partido Nazi lo aprovechó para acusar de tal atrocidad al Partido Comunista, y a cualquier amigo del comunismo en general, de atentar contra el parlamento alemán prendiéndole fuego. Conseguía así que se decretara el estado de emergencia y que se aboliera el Partido Comunista.

Se deshacía, gracias a ese incendio, de su más acérrimo enemigo político. Comenzaban así las persecuciones detrás de cualquier comunista o simpatizante. Era el momento de volver a convocar elecciones, con la excusa de la imposibilidad de formar gobierno y la necesidad de replantear la distribución del parlamento después de este cambio de escenario.

Hitler volvía a ganar, ésta vez con más margen, pero todavía no obtenía mayoría absoluta y necesitaba pactar. Esta vez sus aliados políticos se plegaron a su voluntad y, cuando Adolf propuso al Reichstag que se le concedieran plenos poderes de mando, votaron a favor. Necesitaba dos tercios de los votos para poder obtener el poder de transformar decretos en leyes sin necesidad de pasar por el parlamento (la llamada Ley Habilitante).

Con el apoyo de sus socios y la ausencia de los representantes comunistas, la aprobación de la ley que necesitaba era pan comido. El Reichstag perdía así toda soberanía popular y Adolf Hitler acababa de proclamarse Fürher del recién parido III Reich por medio de artimañas políticas con el que intentaban darle una falsa imagen de legalidad. Acababa de comenzar la dictadura alemana.

En el Bundestag

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Made empapándose de historia alemana

Made empapándose de historia alemana

Por suerte hoy en día el Reichstag, ahora llamado Bundestag, ha recuperado su voluntad de representar al pueblo. De las cenizas de aquel incendio surgió uno de los más aterradores momentos del pasado siglo, pero los alemanes han sabido aprender de los errores del pasado y recuperar la soberanía perdida.