A la caza y captura de tulipanes en Keukenhof

Cuando comenzamos a preparar la ruta que haríamos por Holanda, decidimos consultarlo con Iban. Ya que el vivía allí, sería la mejor fuente de información para proponernos algún plan original. Mmm, ¿ruta de museos? Interesante, pero nosotros somos muy poco de esas cosas. ¿Jardines de flores al aire libre? eso suena mejor… ¿Como se llama? ¿Keukenhof? Echemos un ojo a la web, a ver si nos inspira…

Y así fue. Navegando un poco por la web, vimos que Keukenhof consistía en un enorme parque al aire libre en el que se exhiben grandes extensiones de plantaciones de tulipanes de todos tipos y colores. Las fotos sugerían mosaicos cromáticos en amplias extensiones de campo y un gran paseo entre molinos, laberintos naturales y pabellones de todo tipo de flores (no os cortéis, entrad en la web oficial y comprobadlo con vuestros propios ojillos). Leíamos también que sus 32 hectáreas solo estaban abiertos al público durante 8 semanas al año, siendo el fin de semana que pasábamos en Holanda el último que estaba abierto. La visita era obligada, como os podéis imaginar.

Y de esta manera, llegó el domingo por la mañana en el que nos quitamos como pudimos las legañas de los ojos para ponernos en pie y prepararnos para el viaje de una hora en coche que teníamos por delante desde Arnhem. Independientemente de como lo viéramos, era temprano para nosotros, si tenemos en cuenta nuestro ritmo los últimos días, en los que no hacíamos otra cosa que salir una y otra noche por las calles y bares de Arnhem, y que como era evidente llegaban a su fin con las primeras luces de la mañana. Por lo tanto todo lo que fuera levantarse antes de la hora de comer recibía inmediatamente el nombre de madrugón. Venga, un esfuerzo, que Keukenhof tenía unas elevadas expectativas que merecían ser comprobadas.

Keukenhof

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Una vez los cuatro llegamos al recinto, ya que Ibán y Anabel eran los lideres de la expedición, se abrían varios caminos a seguir para ir recorriendo las diversas zonas de exhibición. La entrada nos recibía con una curiosa fuente en forma de diente de león, y los senderos que partían de ahí iban viéndose salpicados de maceteros con tulipanes de diversos colores. Después de un rato caminando y curioseando algunos de los jardines que nos íbamos encontrando, notábamos que algo no estaba bien. Nos faltaban las grandes extensiones que habíamos visto un mes antes en la web, y solo nos encontrábamos improvisados maceteros.

En cuanto alcanzábamos alguna zona repleta de flores, veíamos como éstas mostraban un aspecto mustio y solo las que estaban un poco protegidas en la sombra lucían de una manera más natural. Una sensación de chasco se iba adueñando de nosotros y fue cuando alcanzamos un mirador que se elevaba unos metros cuando nuestros temores se hacían realidad. Desde allí se podía ver una enorme extensión de campo, en el que ya solo quedaban los tallos cortados. Lo que parecía haber sido un inmenso campo de tulipanes ya solo lucía como una aburrida manta verde de rastrojos.

Keukenhof

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Al parecer esa era la mayor pega de visitar Keukenhof precisamente el último día que estaba abierto. Este enorme jardín abre solo durante dos meses al año ya que es en ese lapso de tiempo en el que los tulipanes y otras flores de similares características se abren y se muestran en todo su esplendor antes de marchitarse. Estábamos viendo por tanto las supervivientes, las flores que todavía soportaban el calor del sol o las que aguantaban gracias a la protección que la sombra todavía brindaba. La organización de Keukenhof se esforzaba en traer todo tipo de variedades para ir completando las zonas del parque que habían perdido vistosidad pero se acababan reduciendo de manera insuficiente a zonas concretas de maceteros y pequeños campos.

Si, se que contado así parece que nos habíamos encontrado con todo arrasado, pero tenéis que tener en cuenta que nuestras altas expectativas nos jugaron una mala pasada. Si eso lo combinamos con las pocas horas de sueño y el cansancio acumulado, el coctel estaba completito. Lo bueno es que a partir de este momento las cosas solo podían mejorar. Realmente Keukenhof, a pesar de no estar al 100%, nos regalaba grandes momentos que tardamos en empezar a percibir, pero vaya si finalmente lo hicimos.

El parque disponía de 4 pabellones, con nombres que se tomaban de la familia real holandesa, los Oranje-Nassau. En ellos se exhibían todo tipo de variedades de flores e híbridos, perfectamente identificadas y exhibidas en todo su esplendor. Tulipanes, narcisos, azucenas, orquídeas, rosas y un sinfín más de variedades con las que abrumarse mientras una orquesta nos iba amenizando la visita con sus actuaciones en diversos puntos del parque y que no dejábamos de oírla a lo lejos a lo largo del día.

Keukenhof

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En el exterior, grandes lagos artificiales con fuentes jugando con el agua se combinan con los jardines. En el centro del parque, un enorme molino completaba la típica estampa holandesa. A lo tonto, entre los puestos callejeros en los que comprarse un poco de comida rápida al estilo neerlandés, los jardines japoneses que aparecían de repente escondidos a un lado o el minimuseo que explicaba el origen del tulipán negro y cual es el proceso de cultivo, tanto del bulbo de tulipán, como del tulipán en si, nos acabamos pasando casi todo el día allí, reconsiderando nuestra primera decepcionante impresión, para otorgarle finalmente una valoración más aceptable.

Keukenhof

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Tal vez habíamos apurado demasiado la fecha, y esperar que los responsables pusieran un cartel en la entrada avisando “Atención, tulipanes chuchurrios! Alto riesgo de no ver toda la paleta cromática esperable” era mucho pedir, pero hubiera sido de gran ayuda. De todas maneras no desperdiciamos la oportunidad y sacamos todo el provecho posible de esta excursión. A todos los que habéis leído esto y tenéis la oportunidad de visitar Keukenhof en un futuro, no os dejéis llevar por nuestras impresiones y disfrutadlo, porque lo vale. Eso si, no hagáis como nosotros e intentad ir unas semanas antes de la fecha limite. Lo agradeceréis 😉

Una vez recorrido todo el parque, acordamos que, como todavía nos quedaban unas horas por delante, Leiden sería nuestra siguiente parada…

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