Oviedo, el corazón asturiano (II de II)
Después de recorrer lo que podríamos denominar la parte nueva de la ciudad, nos reservábamos para la tarde el centro histórico de Oviedo. Los edificios más emblemáticos de la ciudad que perduran ante el paso de los años se concentran en toda una red de calles y plazas de piedra rojiza delimitando perfectamente la zona. En ella, completamente aislada del tráfico y con cientos de peatones curioseando por cada rincón, se puede disfrutar de grandes y vistosos edificios clásicos. Uno de ellos era el Palacio de Camposagrado, construido el siglo XVIII y que hoy hace las funciones de sede de la Audiencia territorial de Asturias.
A medida que alcanzábamos el centro del casco histórico, otros lugares iban apareciendo ante nuestros ojos. Así, en una pequeña plaza, la estatua de Fray Benito Feijóo lucía en su pedestal, delante de la facultad de psicología. Este escritor formado en el monasterio de San Estevo de Rivas de Sil, en su Ourense natal, fue un monje benedictino que después de dejar como legado diversas obras consideradas parte esencial de la primera ilustración española, disfrutó del fin de sus días en Oviedo, la ciudad que años antes lo adoptaba como profesor de la universidad.
También en este entorno, y bastante escondido, dejábamos atrás el Monasterio de San Pelayo alcanzando al fin el corazón de la ciudad: la Plaza de Alfonso II el Casto.
Allí, el Palacio de Valdecarzana – Heredia, un edificio construido a finales del siglo XVII como residencia de la familia Miranda, mostraba una impresionante fachada barroca continuamente admirada por la mucha gente que se concentraba en esta simbólica plaza. La familia Heredia amplió el Palacio y se encargó de que éste luciera el escudo de la familia Miranda, poseedora del marquesado de Valdecarzana, dando lugar así al largo y complejo nombre del edificio.
Y finalmente la Catedral de San Salvador acaparaba el resto de la atención, en una posición privilegiada de esta plaza, luciendo orgullosa sus 80 metrazos de torre del campanario y mostrando su estilo gótico-renacentista a todo aquel que se paraba delante de ella.
Unas cuantas calles más al sur, la Plaza de la Constitución tiene como función ser la anfitriona de la Casa Consistorial de Oviedo, lo que viene siendo el ayuntamiento de la ciudad, un edificio con varios siglos de antigüedad que la guerra civil se encargó de destrozar, aunque finalmente se acabó reformando con el tiempo. A su lado, en un lateral de la plaza se encuentra también la Iglesia de San Isidoro el Real.
El tiempo en la ciudad se nos iba agotando y con el se acababa este pequeño recorrido por tierras asturianas, como siempre con un buen sabor de boca y con ganas de más.
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Fotos: Flickr
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